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Periódico Zócalo | ¿Se me ha endurecido el corazón? - 07/02/2021
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María José César
María José César
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Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la EIC en España. Certificada en Grief Recovery, consejería profesional, y experta en temas de comunicación asertiva y desarrollo humano Mis redes… Instagram @marijosecg / https://facebook.com/counselingycoaching/ . [email protected]

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07 Febrero 2021 04:00:00
¿Se me ha endurecido el corazón?
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“Entonces te pones un escudo, un rostro para desanimar al que se te acerque. Pero no es porque no quieras sentirte querida. Traes corazón de piedra con actitud de mina. En el fondo necesitas la paciencia para que alguien encuentre todo el oro y los diamantes que traes adentro.” Autor desconocido

La “Amiloidosis Cardiaca” se conoce también como síndrome del corazón rígido. Esta enfermedad se caracteriza por alterar la vida y la cotidianeidad a través de la fatiga, las dificultades para respirar, la inflamación, y la sensación de ahogo. Al igual que la medicina, emocionalmente pudiéramos decir que también existe la enfermedad emocional del corazón rígido o endurecido.

En una ocasión leí que es más fácil romper un corazón que amarlo. Y es que lastimamos fácil y somos lastimados de la misma manera. Somos humanos, y en esa humanidad, podemos romper el corazón del otro con una palabra, un gesto, una mirada, una actitud, una acción concreta... Pero, ¿Qué tantas heridas hemos ido acumulando a lo largo de los años que nos van corroyendo y endureciendo el corazón?

¿Cuántas veces hemos dejado de dar menos, por esa persona que nos lastimó?

¿Cuántas veces hemos recibido esa daga de la traición y la hemos acomodado en el corazón sin saber cómo sanarla?

¿Cuántas veces no le hemos dado salida a esas emociones complicadas, tristezas, expectativas no resueltas?

Todo esto puede hacer que nuestro corazón se vaya endureciendo.

Un corazón que se cierra o se limita, se va endureciendo.

Un corazón que se da, que late, que se entrega y se entrena para amar, se crece.

Todos hemos conocido alguna vez a alguien que las circunstancias de la propia vida les ha endurecido su corazón, que el semblante se les ve distinto, que pareciera como si hubieran perdido la alegría de vivir, y que pareciera como si esa negatividad les hubiera quitado las fuerzas para hacerle frente a todo.

Dios y la vida te presentarán oportunidades una y otra vez, te presentarán personas que son bendiciones pero también lecciones y vienen a enseñarte cosas maravillosas. Pero es una realidad, que si el corazón se ha endurecido, será más difícil mirarlas y reconocerlas.

Un corazón endurecido sufre mucho, y endurece la mirada y la perspectiva.

¿Cuáles son las actitudes que endurecen el corazón?

1. El orgullo. Y el que seamos orgullosos nos impide agradecer y ser agradecidos.

2. La soberbia del “yo tengo la razón” y el sentarnos en nuestra postura de querer que las personas, las cosas y las situaciones sean como nosotros queremos.

3. El criticar y juzgar la vida de otros. Teniendo la mirada puesta en todo lo que hacen mal los demás, y no viendo el mal propio.

4. El no ser agradecido y no reconocer las bendiciones que sí se tienen.

5. Centrarse y enfocarse en lo lo que no se tiene.

6. Ser negativos, pesimistas, re-buscados.

7. Dejar que el rencor y el enojo se instale dentro de nosotros.

8. No perdonar.

9. No tener compasión y empatía por el dolor o lo que viven los demás.

Vivimos la vida y con ella nos vienen esas circunstancias de dolor, de traición, de heridas. Nos hacemos personas que juzgamos más, que endurecemos la mirada o la forma de ver las cosas. Pero todos esos juicios nos distraen y nos impiden tener una disposición real del corazón; una disposición abierta.

Recuerda que tú tienes el poder de elegir sanar, perdonar, liberar, soltar.

Tú tienes la libertad de elegir agradecer y mirar lo que esa experiencia viene a traerte o enseñarte a mirar. No te distraigas, la mirada está en sanar ese corazón y buscar tener un corazón abierto y recto, no endurecido.

Abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra.

La humildad es la clave para tener un corazón tierno. Busquemos volvernos fuertes del corazón sin perder la ternura del alma.

Recuerda que mirarás la vida de acuerdo a la condición de tu corazón.

Si tu corazón se ha vuelto una piedra, comienza por reconocer que tú eres el único responsable de tu felicidad y de sanar tus heridas. No podemos exigir a los demás que nos sanen, que nos hagan felices, que “nos resuelvan”. Sanar el corazón comienza cuando miras con gratitud y encuentras esa belleza desde lo más pequeño. Busca esa mirada agradecida, date permiso de perdonar, de soltar eso que has ido cargando.

Que nuestra mirada sea guiada a construir un corazón lleno para dar, no duro para dar, un corazón en paz, no un corazón de piedra. Aprendamos a vivir cómo ese proverbio hindú… “El corazón en paz ve una fiesta en todas las aldeas.”
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