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Ropa sin género: un rubro en alza y una oportunidad de vida para personas trans - Infobae

Ropa sin género: un rubro en alza y una oportunidad de vida para personas trans

Prendas que no repiten la ficción binaria, binders y trucadoras a precios accesibles: la producción de la cooperativa textil Claudia Pía Baudracco combina moda para la comunidad LGBT+ y capacitación para personas que sufrieron discriminación y precariedad

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La organización Claudia Pía Baudracco es una cooperativa textil que hace ropa para la comunidad LGBT+. (Agencia Presentes)
La organización Claudia Pía Baudracco es una cooperativa textil que hace ropa para la comunidad LGBT+. (Agencia Presentes)

Si la moda repite la ficción política del binarismo —ropa de mujer, ropa de hombre— acaso el auge de la ropa sin género sea consecuencia de entender cada vez más que el sistema de identificación F-M es construido, una invención social. Issey Miyake, el diseñador japonés que murió el 5 de agosto, fue un precursor en los ochenta y su influencia ha llegado mucho más allá de las casas de alta costura: en América Latina la moda genderless pisa fuerte.

Del norte al sur, diseñadores como los mexicanos como Víctor Barragán y Guillermo Jester, los colombianos Laura Acevedo Trillos y Nicolás Rivero y los argentinos como Camila Milessi y Emiliano Blanco han liberado sus piezas de los estereotipos de género. No extraña que precisamente un taller de ropa genderless sea hoy una puerta de inclusión para las personas trans, como es el caso de la organización Claudia Pía Baudracco.

Ubicada en un barrio popular de la periferia de Buenos Aires, en el partido de Moreno, la cooperativa acoge a quienes han sufrido de discriminación, como Eiden Banes: “Cuando llegué a la cooperativa sentí que podía ser quién soy: ellos no me juzgan y son personas muy presentes”. Y le ofrecieron, mediante capacitaciones en producción textil, una oportunidad de vida.

El objetivo es doble: la organización también produce prendas originales a bajo costo, con las que espera conquistar el mercado LGBT+ bonaerense.

La historia de Eiden

En la cooperativa textil, la ropa sin género es también una oportunidad de vida para personas trans que sufrieron discriminación. (Agencia Presentes)
En la cooperativa textil, la ropa sin género es también una oportunidad de vida para personas trans que sufrieron discriminación. (Agencia Presentes)

En Las Catonas, una zona de viviendas populares de Moreno, Eiden vivió una adolescencia dura. A los 13 años les dijo a sus padres adoptivos que era un varón trans bisexual y se chocó con una respuesta hostil a su identidad de género. “Tuve muchos problemas, tanto físicos como psicológicos, en mi casa”, recordó.

Tampoco la escuela, donde sufría la discriminación de sus compañeros, le ofrecía seguridad. “Estaba en un ambiente mayoritariamente hetero cis —porque mis papás no me dejaban tener vínculos con personas LGBT+— y tenía amigos que tiraban comentarios homofóbicos todo el tiempo. Vivía pendiente de lo que decía y lo que hacía por miedo a que me juzgaran”.

Cuando cumplió los 16 años una última pelea familiar lo terminó por expulsar de la casa donde había crecido. “Estuve viviendo con amigos durante varios meses, de acá para allá, hasta que pude instalarme con una amiga. Hacíamos harina con sal o con azúcar porque no teníamos qué comer”. En ese contexto de vulnerabilidad, Eiden recurrió a la línea de asistencia del Inadi, en la cual escuchó una voz amiga: Lisandro, un empleado del organismo, y su mamá, Zulma, le ofrecieron comida y mucha contención.

El siguiente eslabón de la cadena solidaria fue Valeria Silva, una referente local de diversidades. Era parte del movimiento Igualdad Evita y estaba a punto de lanzar un proyecto productivo.

Que sepa coser

La cooperativa produce prendas originales con las que espera conquistar el mercado LGBT+ bonaerense.
La cooperativa produce prendas originales con las que espera conquistar el mercado LGBT+ bonaerense.

La Cooperativa textil Claudia Pía Baudracco se creó bajo dos premisas: ofrecer talleres para brindar trabajo a personas mayoritariamente trans y confeccionar indumentaria para el colectivo LGBT+ a precios accesibles. “Les compañeres que fuimos sumando a la organización se acercaron por las diferentes problemáticas que tienen”, dijo Silva. “Son personas trans que sufren depresión, son discriminadas o tienen problemas con las familias. Vienen a nosotros para que puedan sentirse dentro de un espacio de pertenencia. A partir de ahí, se armó un grupo grande y empezamos a pensar en hacer algo productivo”.

La idea venía macerando desde hacía rato, pero sólo en 2021 el gobierno les cedió lo necesario para comenzar a producir a través del programa Potenciar Trabajo: una máquina de coser Overlock y otra de punto rectosirvieron de puntapié para poner en marcha la cadena de valor.

“Pospandemia llegó más gente, por las necesidades de las personas trans que —en su mayoría— ejercían el trabajo sexual y no habían podido hacerlo”, siguió Silva. “Comenzamos a formar una unidad productiva para que ellas trabajaran. También es una oportunidad de brindarles capacitación y darles la posibilidad de finalizar sus estudios”.

En el barrio de Trujui de Moreno, Bruno y Seba prestaron una pieza de su casa para armar el taller de costura. Además de su chalet, Seba ofreció su conocimiento del mundo textil para formar a sus compañeros.

organización Claudia Pía Baudracco
organización Claudia Pía Baudracco

De las 14 personas que están recibiendo capacitación, muchas traen un historial de precariedad y falta de derechos laborales. Gaby Tirri se mudó al barrio de Trujui hace 10 años y se acercó a la cooperativa luego de quedar desempleada en 2015. “Vengo de Córdoba, una provincia muy conservadora. Sufrí tropezones en el mundo laboral por ser una persona no binaria, había lugares donde no me sentía cómoda trabajando. Además están los estereotipos de género cuando no tenés un cuerpo hegemónico: para el mundo laboral tenés que tener ciertas características”.

Conoció a algunas de las personas de la organización cuando se juntaba a jugar al fútbol en el barrio; fue ahí que le hablaron de la posibilidad de acceder al programa Potenciar Trabajo:

—Che, podés estudiar y trabajar.

—Qué piola eso —pensó.

“Venía de trabajar entre 12 y 16 horas en una empresa de seguridad privada, me había enfermado. No me respetaban los horarios y sentía que no avanzaba, que no aprendía nada”. Gaby se sumó a hacer tareas comunitarias y se anotó para estudiar el profesorado en educación primaria. “Ya me falta poco para recibirme. Y en la cooperativa me encontré con un espacio de diálogo y contención”.

Binders y trucadoras

Cuando la textil comenzó a funcionar se puso manos a la obra. Una de las primeras cosas que advirtieron con sus compañeros fue que necesitaban enfocarse en las prendas que les resultaban inaccesibles. “Hay compañeras que no consiguen zapatos de su horma. Ahora tenemos puesto el ojo en los talles, no puede ser que los talles lleguen hasta el 4. Eso pasa con la ropa y con los calzados. Queremos causar un impacto social positivo porque en el mercado de consumo no se consigue”.

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Los binders (camiseta compresora del pecho) y las trucadoras (tangas que desplazan el pene hacia atrás) son ítems sumamente difíciles de conseguir a precios populares. “Cuesta mucho conseguir binders a buen precio. El binder es muy importante y es inalcanzable para muchos: estamos tratando de ofrecerlo mucho más barato para que las masculinidades trans puedan acceder”, explicó Eiden.

Luego de las capacitaciones en moldería, costura y serigrafía, se lanzaron a comprar insumos para confeccionar sus primeras prendas: accesorios y ropa urbana sin género que respeta la ley de talles y es comercializada a través de sus redes sociales. “Queremos ir renovando y tener un estilo propio. Estamos haciendo arneses diseñados por nosotros con telas recicladas, estamos probando cosas nuevas”, siguió Eiden.

Mientras el proyecto productivo se consolida, la cooperativa continúa ofreciendo talleres abiertos para todos los interesados en aprender el rubro textil. Sus integrantes se sienten parte de un proyecto colectivo que va más allá de la inclusión laboral: “Yo siento que tengo que devolverle algo a la sociedad por haberme rescatado cuando me quedé sin trabajo”, expresó Gaby. Le quedan 10 materias para recibirse, cuando termine sus estudios dice que va a seguir colaborando en el espacio que la recibió sin prejuicios.

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