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Cuando la moda se vuelve arte: el Met, su exposición y su gala
La Met Gala es un espectáculo mediático que tiene detrás, además de historia, una conexión entre moda y arte.
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A la izquierda Andrew Bolton, curador de la exposición del Met que se abrió al público el 10 de mayo e irá hasta el 2 de septiembre. Al lado las estrellas mejor vestidas en la Met Gala. FOTOS Getty -
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12 de mayo de 2024
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Haciendo cuentas, la colección del Instituto del Traje (The Costume Institute) tiene más de 33.000 objetos y representa siete siglos de vestimenta y accesorios de moda para hombres, mujeres y niños, desde el siglo XV hasta la actualidad.
William Cruz Bermeo, investigador de la moda y el vestir, de la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín, explica que esa colección de moda se empezó a armar hacia 1900, “en una casa de beneficencia del Lower East Side, en Manhattan. Allí, las hermanas Irene y Alice Lewisohn ofrecían clases de danza y pantomima como parte de su actividad filantrópica. Para esas clases empezaron a acumular una cantidad de vestuarios, así que para 1927 la colección ya empezaba a tener cierto interés histórico”.
Hoy esa colección reposa, con el cuidado que eso implica, en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Met, y desde 1959 se convirtió en un departamento curatorial. Menuda tarea teniendo en cuenta que, como lo explica el mismo museo, la ropa de moda, consumible y en constante cambio, rara vez se fabrica teniendo como principal preocupación la longevidad y aquí, dentro del museo, reposan para la eternidad.
La diseñadora colombiana María Luisa Ortiz explica que fue la legendaria editora de moda Diana Vreeland, quien trabajó como consultora especial del instituto desde 1972 hasta su muerte, en 1989, quien le dio a estas prendas una gran relevancia, “de cómo el vestuario nos cuenta la historia, cómo el vestuario es el espejo de lo que está pasando en la sociedad. Entonces ella empieza a organizar este archivo de piezas y empieza a ver la necesidad de contarle a la gente, con exposiciones, lo que hay en este museo”.
Por ello, con todas esas piezas, el Instituto del Traje organiza una o dos exposiciones especiales cada año y es la llamada “Exposición de Primavera” la que se vuelve tendencia en el mundo gracias a la gala benéfica, más conocida como Met Gala, que es la principal fuente de financiación anual para las exposiciones, adquisiciones y mejoras de capital del departamento. Esta se celebra el primer lunes de mayo de cada año.
Entonces, exposición y gala van de la mano para contar una historia y para ver la moda más allá de un traje que cubra el cuerpo. Este año la gala se realizó el lunes 6 de mayo y la exposición se abrió al público el pasado viernes 10 de mayo. El tema de la exposición Sleeping beauties: Reawakening Fashion, (Bellas durmientes: el redespertar de la moda, en español) y el dress code (código de vestuario) de la gala como tal, invitaba a celebrar bajo la premisa de The Garden of Time (El jardín del tiempo).
Para la también diseñadora, Isabel Henao, esta es una cita que se convirtió en relevante para el mundo de la moda “porque es la cita anual que recuerda lo que la moda verdaderamente es: una expresión artística que te invita a soñar sobre tu piel. La presión del fast fashion nos ha hecho olvidar el soñar y el crear, haciéndonos concentrar solo en el comprar. Por esto, en mi concepto, es tan fundamental, es la celebración del alma del mundo de la moda, junto con las semanas de la alta costura”.
Exposición de Primavera 2024
Cuando una prenda de vestir ingresa a la colección del Instituto del traje su estado cambia irrevocablemente. “Lo que alguna vez fue una parte vital de la experiencia vivida por una persona se convierte en una obra de arte sin vida que ya no se puede usar, oír, tocar ni oler”, explican desde el museo.
La exposición de este año, Bellas durmientes: el redespertar de la moda “se esfuerza por resucitar las prendas de la colección reactivando sus cualidades sensoriales y nuestras percepciones sensoriales”.
El investigador Cruz Bermeo precisa que muchos de esos vestidos están en un estado de conservación tan delicado que ya ni siquiera se pueden exponer en un maniquí. “Entonces lo que busca el museo es que a través de la tecnología digital (animaciones, proyecciones, videos, efectos olfativos y sonoros) se reactiven las cualidades sensoriales de esos vestidos. Es decir, que el público pueda saber cómo se movían cuando se llevaban puestos, cómo suenan o a qué olían o cómo se sienten al tacto las telas de que están hechos. Por eso el visitante encontrará una exposición interactiva, que supera lo visual”.
La exposición trae aproximadamente 220 prendas y accesorios que abarcan cuatro siglos, todos conectados visualmente a través de temas de la naturaleza, que también sirve como metáfora de la fugacidad de la moda.
“En muchos sentidos, la naturaleza sirve como metáfora definitiva de la moda: su renacimiento, renovación y carácter cíclico, así como su fugacidad, efímera y evanescencia”.
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La exposición muestra prendas en tres grupos: tierra, aire y agua. La idea es que quienes visiten la exposición puedan oler las historias aromáticas de los sombreros con motivos florales; tocar las paredes de las galerías que estarán repujadas con los bordados de prendas selectas, y experimentar, a través de la técnica de ilusión óptica conocida como el fantasma de Pepper, cómo la “Hobble skirt” o también llamada “Falda trabada”, restringía el paso de las mujeres a principios del siglo XX.
Para Henao, esta edición es como una novela que habla de un jardín secreto idílico, “en el que al elegir ciertas flores se puede manipular el tiempo. La conexión entre ambos es sin duda la invitación a soñar con el paso sosegado de la naturaleza y los ciclos de la belleza”.
Cada traje tiene su ficha concreta, se verán vestidos de 1755, 1860 o 1957, trajes de casas de moda como Loewe, Prada, Dior, Yves Saint Laurent o Maison Martin Margiela. “Por este vínculo con la naturaleza, el público encontrará vestidos con motivos florales y follajes, pájaros e insectos, peces y conchas, y hasta una prenda del diseñador J. Anderson a la cual le reverdece gramilla de entre las fibras de la tela; o un vestido de la marca Undercover en impresión 3D, cuya falda transparentosa y ahuecada permite ver un pequeño invernadero lleno de rosas de seda en su interior”, indica Cruz Bermeo.
La Met Gala
Teniendo clara la temática de la exposición y el dress code de la gala llega esta fiesta que celebra la creatividad sin aplomo, la exuberancia y el talento.
El liderazgo actual lo tiene Anna Wintour (directora artística de Condé Nast y editora jefe de Vogue). “La gala se ha convertido en una de las fiestas benéficas más visibles y exitosas, y que atraen a asistentes del mundo de la moda, el cine, la sociedad, los deportes, los negocios y la música”, dice la web del museo.
Las estrellas que asisten deben pagar por reservar una mesa entera, por ejemplo, entre 200.000 y 300.000 dólares, (cerca de 1.100 millones de pesos colombianos) o un tiquete individual que ronda los 75.000 dólares (unos 300 millones de pesos colombianos).
Estas galas fueron idea de la decana de la publicidad Eleanor Lambert y el tema de que fuera benéfica comenzó en 1948 “como una cena de medianoche y se denominó ‘La fiesta del año’”.
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“La gala ha tenido muchos momentos y no siempre existió ni fue lo que es ahora, pero siempre ha tenido un fin esencial y es el de recaudar fondos para sostener el Costume Institute; eso significa garantizar no solo la preservación de las prendas sino también trabajo para investigadores, conservadores y todo el equipo de profesionales que interviene ahí”, detalla Cruz Bermeo, quien añade que luego de Lambert, Diana Vreeland hizo de la gala un evento social de escala mayor con conexiones con los diseñadores de Europa. “Y Anna Wintour la convirtió en un gran espectáculo mediático, de celebridades y una alfombra roja comparable a la de los premios Óscar, alcanzado cifras sin precedentes en recaudación de fondos y asistencia a las exposiciones. Todas estas mujeres a su modo han aportado a lo que hoy entendemos como Met Gala”.
Las diseñadoras María Luisa Ortiz e Isabel Henao eligieron las estrellas que entendieron perfectamente el tema de la gala este año y se destacaron por encima de los invitados.
Lewis Hamilton
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Isabel Henao destacó este traje del piloto de Formula Uno Lewis Hamilton, firmado por Burberry. “Aparte de la exquisitez de la silueta, las líneas y los detalles del bordado, adentro tenía un poema corto de Alex Wharton, que representa lo que no se ve en la superficie, pero que justamente contiene el alma”.
Zendaya y Gigi Hadid
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Para María Luisa Ortiz, Zendaya se destacó gracias a este traje firmado por el diseñador John Galliano para la firma de alta costura Maison Margiela. “Tiene demasiada fuerza este vestido”, dijo.
Isabel Henao también destaca este vestido de Gigi Hadid firmado por Thom Browne. El traje está adornado con rosas amarillas en 3D alrededor y tiene un trabajo intenso en los detalles. Más de 70 personas trabajaron por más de 13.500 horas para crear el look completo que fue hecho a mano.
Da’Vine Joy Randolph
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Este vestido que lució la ganadora del Oscar a Mejor actriz de reparto este año, Da’Vine Joy Randolph, fue firmado por Zac Posen. Para María Luisa Ortiz: “Un vestido que en su construcción es una maestría”. La cola, por ejemplo, buscaba imitar el movimiento del agua.
